Efemérides

Brujas de Salem

En la Europa del siglo XVII, fueron miles las mujeres que ardieron en la hoguera acusadas de brujería tras ser sometidas a horribles torturas.

Por allá de inicios de 1692, se empezaron a manifestar sucesos extraños en una pequeña población llamada Salem. asentada entre pantanos y habitada por trabajadores puritanos.

Se empezaron a escuchar entre las voces de los pobladores historias de blasfemias, maldiciones y escandalosas visiones de niñas desnudas encendiendo velas en un claro del bosque mientras invocaban a supuestos demonios y frotaban lascivamente sus cuerpos unas con otras, pusieron a todos los vecinos en estado de alerta.

La clase social alta no estaba exenta de estas acusaciones. El reverendo Samuel Parris se había trasladado de Boston a Salem con sus hijos, Thomas, Elizabeth y Susannah, además de su sobrina Abigail Willians. Junto a ellos vivía una esclava llamada Tituba, la cual se encargaba del cuidado de los niños. 

A Tituba le gustaba contar historias misteriosas a las hijas del reverendo y a sus amigas, así como practicar viejos rituales vudú. A menudo, estas historias y rituales ancestrales chocaban con la moral puritana de aquellos niños y empezaron a encender la imaginación de las adolescentes Betty Parris y Abigail Williams. Un día, éstas fueron sorprendidas bailando desnudas en un bosque, mientras Tituba realizaba, sobre un caldero, rituales vudú de las Barbados, su tierra natal.

Toda la población de Salem, incluido el reverendo Parris, creían en las brujas y que estas eran las causantes del extraño comportamiento de las jóvenes. Para evitar la horca, las niñas acusaron a Tituba de iniciarlas en ritos satánicos. 

El  juicio estuvo a cargo de los magistrados Jonathan Corwin y John Hathorne, quienes presionaron a la hija de Parris y a su sobrina para que señalaran a los culpables. 

La primera acusada fue Tituba quien confesó públicamente: «He visto al diablo en el bosque. A veces toma la forma de un hombre muy alto de pelo negro, o de perro negro, o de cerdo.

Otra aldeana, Susanna Martin, fue acusada por un vecino porque creía que había embrujado a sus bueyes, y John Alden, otro de los habitantes de Salem, fue acusado de ser el hombre que supuestamente había entregado el libro con los nombres de las brujas a Tituba. El 2 de junio de 1692, el juez William Stauton envió a la horca a Bridget Bishop, una mujer que doce años antes había sido declarada inocente del cargo de brujería y cuyo único pecado había sido tener un carácter extrovertido y haberse casado tres veces. 

Son numerosas las conjeturas sobre las circunstancias que pudieron desencadenar los terribles acontecimientos de Salem. Algunos autores han señalado  a la epilepsia como la causa de los ataques y las convulsiones de las niñas, y para algunos historiadores, la fuente de todos estos síntomas estaría en una intoxicación por cornezuelo del centeno, un cereal con el que se elaboraba el pan y que posee una toxina, la ergotamina, de la que deriva el LSD o ácido lisérgico. 

Fue hasta el 22 de Septiembre del año 1692 que se celebró en Estados Unidos el último juicio por brujería de la ciudad de Salem, pero el pueblo quedó marcado de por vida con sus historias sobre brujas

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