Literatura

Confesiones de una máscara de Yukio Mishima me sacó de la tristeza

El bajón

Un lunes cualquiera experimentaba el bajón clásico de fin de semana. Recordé lo estimulante que es comprar ‘cosas’ para cambiar el pensamiento. A mí me gusta comprar libros y un título asaltó mi cabeza en ese momento: «Confesiones de una máscara» del escritor japonés Yukio Mishima.

Una vez escuché a Margo Glantz, en un podcast para Radio UNAM, comentar sobre un escritor y artista japonés que en 1970 se había sucidado frente al público.  En ese momento dejé de escuchar el podcast y me fui a la red a buscar todo lo que pudiera sobre ese artista, lo que encontré me sorprendió. Con solo teclear el nombre del autor encontré gran cantidad de cosas, por ejemplo RTVe de España tenía un docu muy completo sobre este asunto.

Un año después de ese docu y en medio de mi bajón de lunes, mi cabeza trajo a la memoria el título de ese libro: «Confesiones de una máscara» de Yukio Mishima.  Lo busqué en internet y lo pedí en línea. Tardó cuatro días en llegar. Para el jueves, la caja amarilla con letras lilas de la librería Gandhi, yacía sobre el pasto verde de mi jardín.

 Tobogán

¡La belleza es una cosa terrible y espantosa! así inicia el libro. Una cachetada con sólo abrirlo. Mi masoquismo me hizo  irme como gorda en tobogán por las páginas. Desde el primero de los 4 capítulos me hundí en la tristeza con gran placer, porque la luminosidad que emplea el narrador, duele.

El dolor es parecido a lo que experimenta el ojo humano cuando ve al sol sin filtros. La crudeza de las reflexiones son flechas directo a la conciencia. De inicio a fin sacude, por ejemplo el niño se burla del adulto, o los adultos del niño, nunca queda claro. Mientras avanzas en la historia se muestra la hipocresía a la que las rigurosas reglas morales y sociales te obligan.

San Sebastián de Guido Reni

No pude evitar vivir el dilema del protagonista enamorado de hombres,  quien, a diferencia de cualquiera, se acerca al placer a través de las heridas sangrantes en los vigorosos cuerpos de los hombres que tenía frente así, por ejemplo en la siguiente imagen que se repite más de una vez en la novela.

Esta pintura del santo que luce fuerte, joven, vigoroso y quien, pese a las flechas que lo atraviesan, no muestra dolor en el rostro angelical, suplicante. Convertido en la historia del arte como uno de los referentes gays.

Ida y vuelta

No me bastaba leer la novela, tenía que ir a buscar en la web más de la vida de Mishima, saber si había sido Gay. Descubrí que el día en el que comete seppuku (25 de noviembre de 1970) su esposa llevaba a los niños a la escuela.

Era casado con dos hijos, me pregunto ahora si esto sirvió para sentir la potencia del libro que tenía en mis manos, o es irrelevante, porque la historia, su confección y el significado que mi mente le dio retiemblan ahora en mi recuerdo.  

Regresaba al libro y apreciaba la melancolía con la que estaba escrito, el deseo de muerte,  que alguien te haga el favor de matarte, desaparecer.

El amor

Sumiko es el nombre de la mujer de la que el narrador, Koochan, se enamora, o no. No está seguro si se enamora, porque en ningún momento la desea sexualmente, pero su presencia le prodiga paz. Este fue mi personaje favorito. La mirada de una joven mujer que ama. Ama el amor, pero desconoce lo que el narrador puede ver con nitidez: que la belleza es terrible y espantosa.

Mishima planeó meticulosamente su suicidio, realizó un «golpe de estado» y lo escribo entre comillas, porque todo parecía una farsa, un teatro montado, el escenario para que su ritual soñado tuviese lugar. El suicidio desde entonces está rodeado de especulación, pero algo me llama la atención, fue la perfección en los cortes de su bajo vientre.

Como si toda su vida se hubiese preparado para ello.

Santo queer

Así lo denominan en muchos blogs en la actualidad, no es para menos. Leí un meme en el que decían tengo que levantarme y preparme para ser fuerte como Yukio Mishima.

Mi tristeza ahora es distinta

Al termino de libro me sentí libre y deseosa de escribir y hablar todo el tiempo sobre esto, sobre el texto, sobre el autor, sobre su valor y su vida.

¿Tú lo has leído, dime qué te pareció?

Las emociones, en efecto, no siguen un orden fijo. Antes bien, y al igual que las partículas del éter, prefieren revolotear con libertad y flotar eternamente trémulas y cambiantes.

Yukio Misshima

 

You may also like

Comments are closed.

More in:Literatura