El lugar más frío del mundo

Situado en el este de Siberia, Oymyakon es un pequeño municipio de la República de Sajá, de poco más de 2300 habitantes, ostenta el récord de la temperatura más baja jamás registrada en una zona habitada. Fue el 26 de enero de 1926, cuando el termómetro marcó 71,2 grados bajo cero. Su nombre significa “Agua que no se congela”. Ahí en invierno dura 9 meses. No es, sin embargo, la temperatura más fría registrada a lo largo de la historia en el planeta Tierra. Ésta se obtuvo en la Antártida, concretamente en la base de Vostok, en 1983, cuando el mercurio bajó hasta los -89,2ºC.
En Oymyakon es habitual alcanzar los 65 grados bajo cero en enero y la única manera de sobrevivir en un lugar donde la temperatura media en enero es de casi 50 grados bajo cero, donde el suelo está permanentemente congelado, formando permafrost, por las temperaturas gélidas; donde los niños no van al colegio cuando el termómetro marca registros por debajo de los -52ºC, circunstancia que se da de manera habitual de diciembre a marzo. Pues es estando siempre que pueden dentro de casa.
Es difícil encontrarse a alguien por la calle en invierno. Los habitantes no pasan más tiempo fuera de lo necesario, y las pocas personas que se pueden encontrar no tienen muchas ganas de conversar, conducta totalmente comprensible en un lugar en el que estar congelados es algo habitual.
Y no resulta sorprendente que los habitantes de este pequeño pueblo siberiano no tengan una buena relación con el frío. No les gusta en absoluto. Para ellos, además de incómodo, es peligroso. Una de las formas que tienen de quitárselo de encima es bebiendo. “A muchos hombres de allí les gusta beber a menudo vodka y en grandes cantidades y lo cierto es que se beben este líquido como si de agua se tratase.
Para matar el tiempo encerrados en casa, optan por la lectura o por ver la televisión. Se organizan algunos espectáculos.
Las pocas veces que salen de casa es para hacer una visita obligada al cuarto de baño. En Oymyakon las tuberías no tienen demasiado sentido, porque reventarían debido a las extremas temperaturas que sufren, por lo que el lavabo, por norma general, acostumbra a ser una suerte de maltrecha cabaña ubicada al lado de las casas.
Por lo que respecta a la actividad económica, en el pueblo es fácil ver granjas de renos y vacas. También, y aunque suene extraño por el tamaño del municipio, no es nada raro tropezarse a menudo con edificios de la administración pública
Las bajas temperaturas que azotan el pueblo de Oymyakon se explican por las latitudes en las que el municipio se encuentra situado. Pero lo que hace realmente que el frío en este lugar se convierta en extremo responde a la combinación de tres factores principales: el altiplano en el que se encuentra ubicado el municipio, la distancia con el océano y la situación anticiclónica que padece cada invierno.
Es verdad que los oriundos de Oymyakon odian el frío. Pero también es cierto que están preparados biológicamente para combatirlo. A uno le puede extrañar que, físicamente, las personas que residen en lugares extremadamente fríos respondan a un mismo patrón físico. Sólo hay que echar un vistazo a los esquimales. Acostumbran a ser robustos y regordetes, porque tienen una capa de grasa que les aporta calor y suelen ser bajitos, porque a menos superficie, menos posibilidad de pérdida de calor. Otra lección de la naturaleza.