Astronomía

El Tetzacualco

El tetzacualco es una construcción arquitectónica rectangular aparentemente muy simple, ya que tiene muros muy burdos y toscos, en los que no hay ningún tipo de mortero que una a las piedras, además no tiene pisos, ni estucos. En el Iztaccíhuatl se sabe que hay tres tetzacualcos, uno en el Popocatépetl, uno más en el Monte Tláloc y recientemente se encontró otro más en el Pico de Orizaba.

Una de las funciones principales de estos tetzcacualcos era de servir como observatorio astronómico, ya que los movimientos celestes fueron referencia obligada para regir el sistema calendárico prehispánico. Desde un mismo recinto, en el transcurso de un año, es posible durante el amanecer o el ocaso percibir cómo el sol y otros cuerpos celestes cambian de posición con referencia al horizonte. 

Fue el movimiento solar lo que permitió establecer una relación temporal y espacial entre los contornos prominentes del horizonte montañoso con fechas de importancia económica, astronómica y religiosa. Se realizaba así una lectura espacio-temporal sobre puntos bien definidos, a los cuales el sol retornaba de manera cíclica. Para realizar esta lectura solar era indispensable un punto fijo de observación, un observatorio donde se desarrolló una astronomía de horizonte empírica. Uno de esos emplazamientos fue el Tetzacualco, instrumento arquitectónico de observación desde el cual se marcaba “un eterno retorno” que los remitía a una duración más allá de la existencia humana en una larga duración a la manera de un tiempo institucional.

El más importante de los tetzacualcos fue el del Monte Tláloc, ya que cuenta con una ubicación muy especial. Desde su cima se aprecia un efecto visual impresionante en conjunto con otros volcanes: el Pico de Orizaba, La Malinche y Sierra Negra.

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