
Hay una iglesia católica en una ciudad de la República Checa que tiene una característica espeluznante.
Si bien, muchas personas acuden a los centros religiosos para buscar paz y tranquilidad, tal vez en esta iglesia no sea tan fácil. Resulta que se pueden observar más de treinta fantasmagóricos feligreses. Así es. Está habitada por fantasmas reales.
La historia de esta iglesia no ha sido muy alegre. Ha padecido diferentes tragedias como incendios, saqueos e incluso sus feligreses fueron perseguidos y exterminados durante la Segunda Guerra Mundial. Fue construida alrededor de 1352 y el último incendio que la consumió fue el de la Primavera de Praga (1968) cuando las juventudes checas se rebelaban contra el estalinismo.
Durante varios años, la iglesia estuvo desocupada hasta que llegó un héroe a rescatarla. Más bien, un joven escultor llamado Jakub Hadrava. El estudiante universitario decidió emprender un proyecto que recordarse los terribles sucesos vividos en esa región con la dominación nazi y después la rusa.
Las autoridades religiosas apoyaron el proyecto de Jakub que considera que la iglesia está habitada por los fantasmas de las personas desaparecidas o asesinadas durante los distintos regímenes. Es por eso que se le ocurrió montar más de treinta espectrales figuras cubiertas con roídas telas blancas, simulando fantasmas que rezan y oran por su eterno descanso.
La inteligente distribución de los espectros: unos en los pasillos, otros en los reclinatorios y algunos en las bancas, le dio un toque más realista y escabroso. La iglesia ha vuelto a funcionar y aparte de atraer turistas, feligreses de carne y hueso acuden a los servicios religiosos y se sientan al lado de algún espectro.