INFORME NEGRO

de Francisco Hinojosa
1. Agoté la Constitución y el Código Civil. Como no encontré ninguna ley que lo prohibiera me autonombré detective privado en una ceremonia íntima y sencilla.
2. Mandé imprimir un ciento de tarjetas de presentación con un logotipo moderno que yo mismo diseñé.
3. La sala de la casa quedó transformada en una auténtica oficina de detective. Ordené mis libros detrás del escritorio, en una vitrina que resté al mobiliario del comedor, desempolvé un viejo sillón de familia para los clientes y dispuse el carrito-cantina junto al escritorio.
4. Pagué un anuncio en el periódico en el que ofrecía absoluta eficacia y discreción en toda índole de investigaciones.
5. Renuncié por teléfono a mi trabajo en la fábrica de clips. Mi jefe se lamentó: «Nos mete en un apuro, señor Sanabria, nadie como usted conoce esta empresa. Es una lástima».
6. Me puse una corbata nueva y un saco sport, eché las piernas sobre el escritorio y me entregué a la lectura del periódico en espera de la llamada de mi primer cliente.
7. A las dos y veinte de la tarde, después de haber leído varias veces mi anuncio y de consumir todas las secciones, salí a comer. Necesitaba un trago fuerte para reanimarme.
8. Al llegar al bar colgué mi sombrero y mi gabardina en el perchero y pedí un escocés con agua mineral y dos tortas. A la tercera mordida tuve una buena idea que me permitiría autopromoverme en el bar al tiempo que practicar algunas técnicas de mi nuevo oficio.
9. Le mostré al cantinero la única fotografía que llevaba en mi cartera. Un retrato reciente de mamá.
10. «No, señor», me dijo. «Personas como ella no son muy frecuentes en este lugar. ¿Es usted de la judicial?»
11. «Detective privado», le contesté. «Es probable que esta mujer haya asesinado a un hombre. Si la ve por aquí, no deje de avisarme.» Le extendí mi tarjeta.
12. Al regresar a la oficina le llamé a mamá. Mi hermana me dijo que había salido a surtir algunos pedidos de las bufandas que teje y que llegaría hasta la noche.
13. Hablé con mi hermana lo indispensable para colgar y dejar así libre la línea del teléfono.
14. Contento de mi buena actuación en el bar, me dormí con la esperanza de que el cantinero pudiera turnar mi tarjeta a alguno de sus clientes con problemas matrimoniales.
15. Me despertó el sonido del aparato. Contesté con la voz un tanto adormilada pero aún atractiva. Era Francisca, la hija de María Elena, mi ex esposa. «Tom, necesito hablar contigo», me dijo. «Es muy urgente.» Le di cita al día siguiente por la mañana. Así podría pensar bien en una excusa para no enviarle dinero a María Elena.
16. A las ocho menos doce, luego de contemplar pacientemente la quietud del teléfono, decidí volver al bar. Un detective serio y analítico, pensé, no debería desesperarse tan pronto.
17. Me sentí un estúpido cuando le pregunté al cantinero «¿Nada nuevo, amigo?» «No, señor. En absoluto.» Y me sirvió un martini seco en vez del escocés que le había pedido.
18. Preferí tomarme ese perfume y no reclamar. Mostré la fotografía de mamá a un hombre que bebía junto a mí en la barra.
19. Cuando supo que yo era detective se interesó más por la fotografía. Pero a pesar de los esfuerzos que hizo por repasar mentalmente todos los rostros que alguna vez había visto, no reconoció a mamá.
20. «¿Qué ha hecho?», me preguntó. «Homicidio», respondí. Intercambiamos tarjetas de presentación. Se llamaba Cornelio Campos, representante de una compañía farmacéutica.
21. Por la noche soñé que mamá entraba al bar, sacaba de su bolsa una ametralladora y acribillaba al cantinero. En respuesta, Cornelio le arrojaba una botella de whisky que se estrellaba en su blanca cabellera.
22. En el momento en que comprobaba que mi anuncio había vuelto a aparecer en el periódico llamaron a la puerta. Era Francisca.
23. Me había propuesto recibir a mi ex hijastra, a quien no veía desde hacía cinco años, con la mayor indiferencia de la que fuera capaz. Pero fue imposible: había dejado de ser una chiquilla de quince años para transformarse en una mujer atractiva y bien dotada.
24. Tuve que disculparme e ir al baño para ruborizarme sin que ella se diera cuenta.
25. «Tom, no sabes la sorpresa que me dio encontrarme con tu nombre en el periódico.» «¿Te gusta leer los anuncios clasificados?», le pregunté con horror. «Oh, no, Tom. Déjame contarte…»
26. Me dijo que su novio había muerto la semana pasada. Según la versión oficial se había suicidado y según la suya lo habían asesinado. Le pregunté con tono escéptico cuáles eran las razones que tenía para sospechar algo tan delicado.
27. «En primer lugar, Chucho no se hubiera suicidado: íbamos a casarnos en agosto. En segundo, él tenía una pistola, no había razón para matarse con un puñal. Y en tercero, Chucho me había confiado unos días antes que alguien lo había amenazado de muerte…»
28. Sus sollozos me conmovieron. Cuando por fin pudo calmarse tras un largo vaso de escocés, terminó de contarme algunos detalles importantes para la investigación, me dio una fotografía de su ex novio, con el rostro un tanto escondido por un saxofón, y me hizo una lista de las personas con las que tenía relaciones estrechas.
29. Se despidió de mí con un beso que no llegó a hacer contacto con mi mejilla y salió sin que habláramos antes de mis honorarios por conceptos profesionales.
30. Como de alguna manera tenía que empezar las investigaciones, y sin dinero eso era imposible, tuve que llamarle a mamá para pedirle un préstamo a corto plazo.
31. «Por supuesto, hijo, puedes pasar por él cuando quieras». Me reclamé a mí mismo las ofensas que le había hecho a su imagen. Guardé la fotografía bajo el cristal de mi escritorio.
32. Elegí al azar un nombre de la lista que elaboró Francisca. Como la casa del señor Ardiles, padre del finado, estaba muy lejos de mi oficina, decidí hacer una escala en el bar para pensar en las preguntas que le haría.
33. El cantinero miró detenidamente la fotografía de Chucho. «¿Es la víctima?» «Por supuesto», le respondí con malicia. «No, no creo haberlo visto por aquí. ¿Por qué cree usted que toda la gente de la ciudad viene a este bar? Podría intentar en otros…» Asentí con la cabeza y apuré los dos tragos que me restaban: uno de escocés y el otro de caldo de camarón.
Y así continua 67 emocionantes y cortos capítulos más esta novela de Francisco Hinojosa. Soy Kari VAmaro y recomiendo leer la continuación en este enlace Informe negro . Que la lectura sea deseada y gozosa, sino, mejor no leas.