Historia

La vejez en la historia

La Federación Iberoamericana de Asociaciones de Personas Adultas Mayores nos cuenta que en las sociedades prehistóricas las condiciones para cualquier persona, pero sobre todo para las viejas, eran muy inciertas, precarias y peligrosas. En aquellos ayeres, tanto la mujer como el hombre que conseguían tener más de 30 años eran sorprendentes y de alguna manera, sobrenaturales. Por ello se les consideraba sumamente sabias e integrantes primordiales para que la sociedad sobreviviera en esos entornos hostiles. 

En Grecia, la vejez se empezó a temer como un castigo y la juventud se relacionaba con la perfección. Pero a las personas ancianas se les respetaba y se relacionaban con la sabiduría.

Con el cristianismo, los viejos todavía tenían algo de poder y respeto que vuelve a dar un giro más adelante y la vejez se ve como algo negativo y nadie quiere llegar a esos años. Las ancianas eran consideradas mujeres solas y se les rechazaba.

Con el Renacimiento se retoma de la Grecia Antigua a la juventud y belleza como sinónimos de perfección y se rechazaba a la vejez. Aunque la imprenta fue un invento maravilloso, contribuyó a que la memoria oral, que recaía en las personas ancianas, dejara de ser importante. En el arte, las ancianas son representadas exageradamente feas y repulsivas.

En la actual época contemporánea los cambios están a la orden del día y a las personas viejas les cuesta adaptarse a tantos progresos y nuevas tecnologías. Ser una persona anciana tiene una connotación negativa, no solo por no estar actualizada sino, porque la apariencia física positiva está estrechamente relacionada con la juventud. 

La incongruencia es que todo lo que hemos aprendido, avanzado y hecho como humanidad ha conseguido ampliar la esperanza de vida enormemente y disminuir la tasa de natalidad. La población mundial se está haciendo vieja.

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