Los gatos en el Antiguo Egipto

Los gatos formaron una parte muy importante en la cultura del Antiguo Egipto. Estos animales tuvieron réplicas en templos y pirámides, ya que se tenía la creencia que iban a proteger a los dioses.
Los egipcios representaban a la diosa Bastet con una cabeza de gato, ella simbolizaba la luz y el calor, pero debido a sus rasgos felinos, también representaba misterio, la noche y la luna Además, se pensaba que ayudaba a la fecundidad de hombres y animales, que curaba enfermedades y que velaba las almas de los muertos.
En aquella época, los gatos no podían ser de propiedad, solo los faraones tenían el honor de domesticar a esta criatura sagrada, de hecho fueron los primeros en hacerlo. También tenía leyes que prohíben su venta, el maltrato o la muerte, quien era inculpado, cumplía con el castigo que era también la muerte.
Al gato macho se le llamaba myeou, sobre todo en el Alto-Egipto, haciendo referencia a la onomatopeya de su maullido, y a las hembras las llamaban techau, nombre que han encontrado grabado en muchas tumbas de mujeres.
La Edad Media, fue la peor época para los gatos, ellos eran quemados en hogueras, pasaron a ser odiados, temidos y perseguidos, a causa de la religión cristiana y sus supersticiones con el demonio. Se creía que el gato era un instrumento del demonio y de las brujas debido a sus hábitos nocturnos. Los felinos domésticos fueron víctimas de una injusta persecución y bastaba la posesión de un gato para acusar a una persona y condenarla, y más aun si el animal era de color negro.