
Esta es la historia de Giulia Tofana, quien mató a cientos de hombres en Italia cuando utilizó su negocio de maquillaje para comercializar un veneno con el que, con poquitas gotas, lograba dejar sin vida a quien las ingiriera.
Sin embargo, Giulia no fue la creadora de esta poción llamada Agua Tofana, sino su madre, Teofánia D’Adamo, una de las envenenadoras más famosas de la historia.
Esta historia se sitúa en el tiempo del Renacimiento, en la ciudad de Sicilia, Italia. En aquel entonces eran comunes los matrimonios arreglados, y los hombres tenían el control total sobre la mujer, quienes podían ser violentos con sus esposas sin tener ningún tipo de consecuencias.
Así que decirle a una mujer que con unas gotas de aquella misteriosa poción la podrían liberar de aquel martirio sin ser acusada de homicidio resultó algo bastante interesante, ya que el divorcio era algo impensable.
Teofanía fue ejecutada por haber asesinado a su esposo en 1633 y su hija Giulia se quedó con la receta secreta de Agua Tofana, una mezcla de arsénico y cimbalaria. Esto era tan letal que los síntomas de muerte comenzaban a relucir a tan solo momentos de ingerirlo. Además que los médicos en esa época no contaban con pistas o instrumentos para poder identificar aquel potente líquido
El comercio de este elixir mortal era a través de la industria de la belleza. Giulia vendía la Agua Tofana como si fuera un producto de cuidado facial, ponía en su etiqueta los pasos simples para su utilización y así, cuando las mujeres iban a su tienda a adquirir el producto, les explicaba cómo utilizarlo y cómo actuar cuando fueran a reportar la muerte de sus esposos.
Todo parecía ir bastante bien, sobre todo entre las mujeres de un estatus más bajo, y el negocio se mantuvo por casi 50 años ya que el líquido era indetectable, no tenía olor, no tenía color ni sabor y funcionaba sin falla. Su clientela era bastante leal a ella, y solo se recomendaba su producto a mujeres que realmente tuvieran la necesidad o el valor de cometer homicidio.
Pero todo se fue abajo cuando una clienta sacó a la luz el verdadero propósito de Agua Tofana. Una noche, al momento de la cena, esta clienta había agregado unas cuantas gotas del elixir en la sopa de su esposo, sin embargo cuando éste estuvo a punto de probar el platillo, la mujer se arrepintió y a gritos evitó la muerte del hombre, quien la obligó a confesarlo todo delante de la policía.
A pesar de los intentos de huir de Giulia y de buscar refugio en una iglesia, esta fue encontrada y juzgada por sus actos, junto con algunas clientas más que también fueron torturadas y obligadas a confesar.
Aunque se intentó por todos los medios terminar con el veneno, cuentan que la pócima habría llegado al centro de Europa a través de Nápoles, así pues muchas más víctimas podrían haberse sumado a la lista.