Historia

San Valentín; santo del amor y la epilepsia

San Valentín de Terni, un santo romano del siglo tercero, fue conocido como el patrono de los enamorados. Se dice que tenía el don de curar y sanó la ceguera de Julia la hija de Asterio, su carcelero. Valentín había sido encarcelado por celebrar matrimonios en secreto desobedeciendo el edicto promulgado por el emperador romano Claudio II. El edicto prohibía que los soldados romanos se casaran porque se pensaba que el vínculo del matrimonio disminuía su eficacia en el campo de batalla.

Asterio adoptó la fe cristiana después de la curación de su hija. Él y Valentín fueron decapitados por orden de Claudio. Antes de su ejecución el 14 de febrero del año 271 a. C. le escribió una carta de amor a Julia en la que firmó «de tu Valentín» y dio origen a la celebración del Día de San Valentín.

Julia, agradecida, plantó un almendro que dio hermosas flores rosadas junto a la tumba de su amado, de ahí el simbolismo de este árbol para expresar el amor y la amistad duraderos.

Pero el papel como patrono de la epilepsia es menos conocido, pues era definida como una enfermedad incurable asociada con eventos sobrenaturales como una maldición o a la posesión por un espíritu maligno. Puesto que no existía una curación, la única alternativa con que contaban quienes sufrían epilepsia era una intervención divina y se les pedía a los santos que intercedieran por ellos. Mientras que se conoce ampliamente a Valentín como el patrono de los enamorados, muy pocos saben, qué también ayudó y benefició a los pacientes epilépticos en la antigüedad.

Valentín y la epilepsia

Durante muchos siglos, se pensó que la epilepsia era una enfermedad incurable y se consideraba como la consecuencia de una maldición o el resultado de una posesión demoníaca. Una situación dramática como tal, a menudo descrita como un «espectáculo terrible que sólo podía tener un origen sobrenatural». Como no había cura, remedio o esencia para ella, la única opción que tenían las personas epilépticas era volverse a la fe y poner en manos de los santos su esperanza de ser sanados.

La religión y la medicina se han entrelazado a lo largo de la historia. Los monasterios fueron los principales centros médicos antes del 1300 d.C. Así, hay tantos santos e imágenes y practicantes religiosos vinculados a todo tipo de dolencias y enfermedades, especialmente las crónicas.

Hay casi 40 santos asociados a la epilepsia, número sólo superado por los relacionados con la peste negra. En Francia se les llamó saints convulsionnaires (santos de la convulsión). Durante la edad media aún no se conocía bien la diferencia entre epilepsia y Chorea (del latín Baile de San Vito). Así fue como San Vito se convirtió en uno de los santos a los que los pacientes con epilepsia rezaban con más frecuencia para pedir ayuda. Las personas epilépticas también buscaron la ayuda de San Willibrord, San Juan Bautista y San Mateo. Pero sin duda, el mas renombrado fue Valentín.

El culto se inició en varios países europeos, hasta el punto que esta condición se vinculó con el nombre del santo. En Francia se denominó maladie de Saint Valentin, en Alemania la «peste de San Valentín» y en holandés la palabra sintvelten era sinónimo de epilepsia.  En alemán, Valentine se pronuncia «fallentin» y se relaciona con una de las denominaciones de la epilepsia, la enfermedad de las caídas o la enfermedad de las caídas.

Se erigió una capilla en el pueblo de Rufach en Alsacia con reliquias del santo. Este lugar se convirtió en lugar de peregrinación y en el siglo XV se construyó un hospital para albergar a los peregrinos que venían de diferentes lugares en busca de un milagro para controlar la enfermedad.


Texto de Maggy García 

Bibliografía: Palacios-Sánchez, L., Día<-Galindo, L. M. M., & Botero-Meneses, J. S. (2017). San Valentin: patrón de los enamorados y epilepsia. Revista Repertorio De Medicina Y Cirugía, 26(4), 253–255. Recuperado a partir de https://revistas.fucsalud.edu.co/index.php/repertorio/article/view/60

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