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Saquemos los huesitos al sol

En día de muertos decoran panteones con altares sorprendentes para así recordar nuestros fieles difuntos, pero existen lugares, donde se llevan a cabo rituales que sobrepasan nuestra imaginación.  

Este es el caso de Pomuch, un poblado del estado de Campeche, México, que acostumbra exhumar los restos de sus fallecidos previo al Día de Muertos.

El rito a simple vista es sencillo. Los cuerpos sólo son exhumados si han pasado por lo menos 3 años desde el entierro, y suelen ser acomodados en sus cajas, junto a unos mantos blancos que cada año se bordan a mano y que sirven como representación de la vestimenta del fallecido, estas cajas permanecen abiertas durante todo el año.

Este ritual es conocido como la “Limpieza de huesos”, dado que las cajas suelen mantenerse abiertas durante el año, entonces los familiares se dedican a desempolvar los huesos en un rito que impide que se olviden de ellos y rememoren constantemente las acciones en vida de sus seres queridos, convirtiéndose así en una tradición que puede parecer extraña y hasta retorcida, pero que en realidad se configura como un evento caracterizado por el respeto y amor hacia la memoria de los muertos.

Durante la limpieza de los huesos los familiares suelen hablar con sus difuntos, colocando los restos al final del proceso de tal forma que el cráneo suele sobresalir. Las cajas se mantienen abiertas con piedras, esto permite que los huesos se oreen y cuando son recién exhumados, se cree que el aire los purifica.

Después de pulir los huesos y devolverlos a su lugar, los visitantes se preparan para compartir con sus muertos las ofrendas que les han llevado.

Como muchas otras tradiciones, en particular los ritos funerarios, se desconoce el origen exacto de ésta, pero ello no impide que los pobladores de Pomuch continúen practicándola y transmitiéndola a las futuras generaciones y que convierte a este pueblo en un destino estrella para los amantes de las tradiciones, así como de distintos viajeros y fotógrafos que buscan capturar lo inusual.

Todos son bienvenidos a presenciar tal costumbre, bajo dos únicas condiciones: la del respeto y el silencio. Dos palabras que enmarcan la entrada al cementerio y que son esenciales para que los locales puedan llevar a cabo su conexión con sus antepasados.

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