By Kari VAmaro
Dragones, magos, espíritus y elfos forman parte, no solo de la literatura sino de la cultura popular desde finales del siglo XIX. John Ronald Reuel Tolkien, mejor conocido como Jota Erre Erre Tolkien le agregó a este abanico de fantasía el pueblo hobbit. El Señor de los anillos y su precuela El Hobbit siguen siendo tan populares como en el siglo pasado. Esto se debe al enorme cuidado que Tolkien puso en la creación de ese mundo fantástico que imaginó inicialmente como cuentos para sus niños.
Quien no ha leído su obra, ha visto las películas o por lo menos los memes que se han hecho en torno a esta obra. Todo eso sigue vigente porque nos encantan las aventuras, las historias donde se privilegia la amistad, la lucha del bien y el mal y, por supuesto, gente común y corriente, sin poderes, que se convierte en héroes, como los hobbits, esas pequeñas criaturas de pies grandes y peludos.
De hecho, Tolkien se consideraba un hobbit a sí mismo, menos en el tamaño, porque le gustaba la tranquilidad, los jardines, disfrutar de la suave brisa de la mañana… y la cerveza #TodasSomosHobbits
Tolkien, si bien no era realmente un hobbit, sí que era un personaje de fantasía, por lo menos durante sus clases en la Universidad de Oxford a las que solía ir disfrazado e interpretar a personajes muy dispares. Tolkien era lingüista experto en inglés antiguo y en literatura nórdica antigua y sabía muchos idiomas. Esto lo ayudó a inventar sus propias lenguas, que más tarde incluiría en sus obras. A 47 años de su muerte sigamos manteniendo viva la memoria y obra de John Ronald Reuel Tolkien.
